Tengo que decirte algo increíble, algo realmente sorprendente. Mi blog hoy es un prólogo a Amanda, la historia de su parto. La historia de Amanda comienza como lo ha hecho muchas madres subrogadas. Ella tuvo la suerte de quedar embarazada en su primer intento de FIV y todo parecía estar yendo a lo largo de maravilla. Entonces de repente en su 5 º mes de embarazo, el doctor se dio cuenta el líquido amniótico se redujo considerablemente, que no es bueno para el bebé. Semana tras semana, la situación no cambia. El nivel del agua no queria subir. Por último, como estábamos cerca del final de noviembre, el doctor dijo que teníamos que hacer planes para un parto prematuro a mediados o finales de diciembre, aunque el bebé no debería esperar hasta febrero. Y el 1 de diciembre, Amanda se limitó a la cama en el hospital y nos dijeron que el nacimiento se produciría en algún momento de ese mes. Los padres hicieron sus planes de viaje para llegar a mediados de diciembre. Sin embargo, tuve una sensación extraña. Yo lo llamo extraña porque era justo lo contrario de lo que los médicos decían. En lo profundo de mi corazón sabía que esta niña no iba a llegar en diciembre y yo realmente creía que estaría muy bien. Obviamente no había información para apoyar mis sentimientos, así que sabía que era mi fe en Dios que me guiaba. Le dije a la pareja que yo realmente creía que su bebé no iba a venir en diciembre, pero, por supuesto, debemos prepararnos como dice el doctor. Ellos hicieron sus arreglos para llegar el 23 de diciembre como el médico dijo que, como no ha habido una mejora, el parto será el 30 de diciembre a más tardar. Listo para el Milagro de Navidad? A principios de la semana antes de Navidad, Amanda se hizo un ultrasonido, el mismo tipo de ecografía que había estado teniendo cada semana durante meses. Excepto que esta vez, el técnico no pudo encontrar nada irregular. Pasó revista a la tabla para asegurarse de que estaba viendo el paciente adecuado, el agua que se suponía que era baja y que se encontraba en grave riesgo de un parto prematuro. Se mide el líquido y se mide al bebé bastante bien. Y se informó que todo estaba normal. Literalmente, la complicación que se habían producido totalmente revertido. Así, ese día Amanda salió del hospital, como no había ninguna indicación de que ella estuviera allí. Y aún a este momento, el embarazo continúa normalmente y la niña pequeña es la medición de la perfección y haciendo volteretas en Amanda, su abdomen estaba una vez más lleno de agua. Dicen que los milagros suceden a los que creen. Siempre he sido un creyente. ¿Y tú?