El momento lo es todo. Seguro que lo has oído un montón de veces. En todo el año, sólo había un día en el que la futura mamá subrogante no podía faltar a sus obligaciones académicas. Si faltaba ese día, perdía todo un año de sacrificio académico, y tendría que esperar otro año para volver a tener la oportunidad de empezar de cero. ¿Probabilidad de que algo sucediese en esas pocas horas? Muy baja… Solo 1 día de entre 365. Nada trascendental podía suceder precisamente en esas pocas horas, ¿verdad?
El 16 de julio, por la mañana, el único “peor momento” de todo el año para ella, su futuro hijo decide que es “su mejor momento” para nacer y Melissa, su gestante subrogada, tiene que ingresar en el hospital porque se ha puesto de parto. Melissa, BFI y el futuro papá subrogante, deciden que lo mejor es no decirle nada durante la mañana, porque al fin y al cabo, la mamá solo necesitaba esas pocas horas de esa mañana para volver a estar disponible, como lo había estado durante todo el año. Así que estuvimos esperando a ver si el bebé decidía esperarla también. Tic, tac, tic, tac… Justo cuando el Doctor informa de que lleva mucho retraso y ya no se puede esperar más, se pone los guantes, comienza su intervención para que el bebé nazca… justo en ese preciso momento en el que iba a nacer sin que estuviera su mamá… ella entra al quirófano, se pone la bata, los guantes, toma las tijeras y llega a tiempo de cortar el cordón umbilical y ser la primera persona que lo tiene en brazos. ¡El momento lo es todo!