Testimonio de Shelby como Madre Subrogada

Impecable, con esta poderosa palabra describe nuestra case manager, Shannon, la primera experiencia de Shelby como gestante subrogada. Shelby fue un sueño hecho realidad para su pareja con su actitud fácil y su embarazo sin complicaciones.

La madre de Shelby estaba al lado de su hija cuando Shelby dio a luz a una preciosa niña de 3,600 kg. De principio a final, el parto duró unas 8 horas y, aunque BFI y los padres del bebé no pudieron estar allí en persona, ¡nos informaron de cada paso del camino! Aunque las cosas son muy diferentes en la situación actual, estamos muy agradecidos de que algunas cosas nunca cambien, como la alegría de los nuevos padres y la celebración de una subrogación exitosa.

2020

Puede ser que este año no haya sido lo que esperábamos, pero estamos MUY emocionados por todas las familias que han traído y traerán a sus bebés a casa en los próximos meses. Para algunos, este año ha sido un sueño hecho realidad.

Testimonio de Tiffany como Madre Subrogada

¡El mejor regalo atrasado de cumpleaños! Tiffany dio a luz a un precioso niño de 3,300 kg justo un día después del cumpleaños de su madre.

A pesar de la pandemia, Tiffany se las arregló para incluir a su pareja en cada paso del proceso. El vínculo que comparten estas dos familias es incomparable. De hecho, ¡la mamá pudo estar en la sala de partos como persona de apoyo de Tiffany! Poder presenciar el momento en que la nueva madre escuchó por primera vez el llanto de su bebé fue, sin duda, un momento maravilloso. En los meses transcurridos desde el parto el 17 de octubre de 2020, Tiffany pudo seguir apoyando a la nueva familia en su crianza extrayendo leche materna. ¡Estamos muy contentos de ver cómo esta relación sigue floreciendo!

Testimonio de Lauri-Anne como Madre Subrogada

Calmada, serena y tranquila, Lauri-Anne manejó cada momento de su proceso de subrogación de la misma manera que su vida cotidiana. En los días previos al parto, estuvo a punto de dar a luz. Momentos que parecían ser «eso», pero la niña no estaba preparada para abandonar el acogedor refugio que Lauri-Anne le había proporcionado.

Un embarazo durante una pandemia no es algo que se pueda planear, pero Lauri-Anne lo manejó con la valentía y la fuerza que todos esperábamos de ella. Estaba preparada para una cesárea, pero a última hora la niña cambió de opinión y nació sin intervención quirúrgica. Shannon, la case manager de BFI, se mostró agradecida de estar a su lado mientras traía al mundo un hermoso milagro de 3,230 kg libras para su pareja.

Testimonio de Angie como Madre Subrogada

El bebé nacería el sábado 5 de septiembre, un día que todos esperábamos ansiosamente, pero el día llegó y se fue con sólo unas pocas contracciones leves e irregulares. Con mis dos «guardianes» (mis propios hijos biológicos) el trabajo de parto comenzó espontáneamente en mi semana 39, así que nunca pensé  que llegaría a las 40 semanas con este precioso bebé cuya edad gestacional conocíamos hasta el día de hoy. También estaba el estrés añadido de que quería desesperadamente un parto vaginal después de una cesárea (PVDC) y mi médico estaba de acuerdo siempre y cuando comenzara el trabajo de parto por mi cuenta antes de la fecha prevista. Gracias al festivo del Día del Trabajo y a la programación del hospital, pude posponer la programación de la cesárea para 5 días después de la fecha prevista.

El sábado por la noche, estaba tan segura, o tal vez sólo esperanzada, de que el parto estaba cerca, que envié a mis hijos a dormir a casa de mi hermana. Me balanceé en la pelota de yoga, di largas caminatas, comí salsa picante y patatas fritas en el almuerzo, comí casi una piña entera e hice todo lo que se me ocurrió para que el trabajo de parto comenzara de manera segura y natural. Me fui a la cama alrededor de las 9:30 diciéndome a mí misma que necesitaba estar bien descansada para el maratón que estaba segura de que iba a correr. Me desperté a las 10:30 pensando, «¡Ya empieza!» Usé el baño y me acosté esperando otra fuerte contracción… luego me desperté de nuevo a las 11:30 pensando, «¡vamos ya empieza!» usé el baño, me acosté, me dormí… esto continuó cada hora toda la noche.

Finalmente, alrededor de las 3:45 am las contracciones continuaron y no se detuvieron. Inicié el temporizador de contracciones en mi teléfono y las cronometré por un tiempo, con 3-4 minutos de diferencia. Decidí ducharme mientras mi marido iba a la cocina a hacer café. Respiré y me moví lentamente durante unas 7 contracciones más durante mi larga ducha y cuando salí, decidí que era hora de despertar a mi doula, Ivette. Le envié una pantalla del temporizador de contracciones y me dijo que estaban por todas partes, que tal vez no era el momento. Le dije que había 7 no grabadas mientras estaba en la ducha. Cambió de opinión y se reuniría con nosotros en el hospital a una hora de mi casa. La pareja subrogante ya había empezado su estancia en un Air BnB a unos 15 minutos de nuestro hospital. Como mis partos anteriores fueron de 25 y 18 horas, asumí que este parto sería más o menos lo mismo. Le envié un mensaje de texto a Shannon para avisarle que el trabajo de parto había comenzado pero aún no había contactado a la pareja subrogante. Tenía toda la intención de ser yo la que avisara a la madre de la llegada de su bebé, pero tuve que prepararme para el parto y, de todas formas, afortunadamente se iban a enterar de lo que estaba ocurriendo.

Llegamos al hospital alrededor de las 6:30am y descargamos nuestras bolsas en un banco fuera de la entrada de maternidad. Realmente quería que mi marido y mi doula vinieran a apoyarme mientras intentaba mi PVDC, pero debido a las nuevas regulaciones para el parto y a pesar de que llamé a la oficina de parto y les rogué que me dejaran tenera a ambos conmigo, el hospital se mantuvo firme en que sólo podía traer una persona de apoyo dentro conmigo. Así que continué con las contracciones fuera del hospital durante un par de horas. Fue reconfortante poder agarrarme a los fuertes brazos de mi esposo mientras miraba fijamente a los ojos de Ivette que me recordaba cómo respirar en cada contracción que cada vez eran más frecuentes. El sonido del agua de la fuente y la fresca brisa del amanecer también eran elementos tranquilizadores que me habría perdido si hubiera estado dentro.

Alrededor de las 8:30 am se hizo evidente que era hora de entrar y que me chequearan. La siguiente hora la pasé en triaje con una enfermera respondiendo a lo que parecía un interrogatorio de mil preguntas y sin ninguno de mis apoyos conmigo. La enfermera me revisó el cuello del útero y me dijo que tenía 4 cm de dilatación. En ese momento me hundí, deseé que no me lo hubiera dicho. No estaba segura de tener la fuerza suficiente para aguantar las siguientes 12 horas de parto que seguramente me esperaban. Me dió la bata de hospital y la bolsa para mi ropa y me dejó cambiarme en privado. Me paré y sentí un goteo en mi pierna… Había roto aguas, por suerte estaba claro.

Cuando llegué a la sala de parto, la enfermera de triaje dijo que la matrona vendría pronto y me dejó sola. Empecé a entrar en pánico y le envié un mensaje a mi doula, «estoy en una habitación con mucho dolor». Sentí como si hubiera aparecido al instante. Nos dimos cuenta que el baño tenía bañera, pero como había roto aguas, sabíamos que no podía sumergirme en una bañera. A pesar de eso, la idea de que el agua pudiera calmar el dolor era demasiado irresistible y me metí de todos modos. Ivette apuntó un chorro de agua caliente por mi espalda y sobre mi vientre ¡y me sentí mucho mejor! Cuando la nueva enfermera entró, creo que se horrorizó de que estuviera en la bañera. Me dijo que saliera inmediatamente para que pudiera poner los monitores y como ya había tenido una cesárea anterior, los monitores tenían que estar puestos continuamente. Ivette pidió inmediatamente monitores inalámbricos para que pudiéramos seguir evolucionando en el parto en varias posiciones sin enredarnos en cables y cinturones. Al ponerme el monitor sentí un raspón en mi barriga, pero acepté con tal de poder caminar y arrodillarme y ponerme en cuclillas cuando lo necesitara.

Me revisaron a las 10:30 am y aún estaba de 4 cm así que me desanimé de nuevo y empecé a pedir medicamentos para el dolor para ayudarme a sobrellevar la situación. Mi doula me recordó que si me ponía la epidural de 4 cm probablemente acabaría con otra cesárea porque mi médico no me daría Pitocin para aumentar un parto que no evolucionaba por miedo a que mi útero se rompiera. Sabía que eso era todo lo que necesitaba oír para seguir adelante de forma natural un poco más. Entonces llegó el momento de hacer la prueba de COVID-19. Alguien vino con el largo hisopo blanco y me informó del proceso de toma de muestras. Momentos después de que ella comenzó a retorcer y girar el hisopo en la profundidad de mi nasofaringe, comenzó una contracción, mis ojos se abrieron, y la enfermera se retiró dejando el hisopo en su lugar mientras yo respiraba a través de él. Cuando se calmó, ella retorció el hisopo unas cuantas veces más para asegurarse de que había tomado bien la muestra y finalmente lo retiró. Ivette lo vio venir y cogío una bolsa mientras yo vomitaba todo lo que me quedaba en el estómago.

La siguiente vez que me revisaron, estaba de 6 cm y decidí que realmente quería algunos medicamentos intravenosos para relajarme y poder continuar con el parto. La enfermera salió a buscar los medicamentos e Ivette me ayudó a ir al baño, donde rompí un aguas un poco más, y se dió cuenta de que me empezaban las ganas de empujar. Cuando la enfermera regresó y estaba lista para administrarme los medicamentos por vía intravenosa, mi doula pidió que me revisaran nuevamente debido a que tenía ganas de empujar. Me sorprendió oír que había pasado de 6 a 9 cm en menos de una hora. La habitación empezó a cambiarse rápidamente, la cama se transformó, más gente entró en la habitación e Ivette videollamó a mi marido que estaba esperando en el aparcamiento del hospital. Recuerdo que estaba tan emocionada de que las cosas se movieran tan rápido pero también me sentí aterrorizada por las repentinas y casi insoportables contracciones. También deseaba desesperadamente que la madre del bebé estuviera allí pronto para presenciar el nacimiento. Ivette reconoció que estaba empezando a perder el control y pudo volver a centrar mi atención y mi respiración. Era hora de empezar a empujar. Quería empujar de lado y el médico insistió en que me acostara de espaldas. De hecho, discutí con él durante un tiempo pero finalmente acepté y empecé a empujar. La mamá del bebé apareció a mi lado. ¡Estaba tan feliz de verla! Continué empujando y le grité nuevamente al médico para que dejara de contar mientras me esforzaba por parir al bebé. Le grité al menos una vez más para que no me cortara cuando pensé que estaba a punto de realizarme una episiotomía sin el material necesario. Empujé durante menos de media hora. ¡Ivette me sostuvo la pierna derecha, la mamá del bebé me sostuvo la izquierda, mi esposo y el papá del bebé vieron juntos por video cómo la niña llegó a este mundo! Era diminuta y rosada y completamente perfecta, pesaba 3,5 kg y medía 47 cm de largo. Retrasaron el pinzamiento del cordón por un minuto mientras ella estaba en mi abdomen y su mamá y yo la admiramos y acariciamos. Cuando llegó el momento, su mamá pudo cortar el cordón umbilical. Ivette tomó unas hermosas fotografías de los primeros instantes de nosotras tres. Sé que atesoraré las fotos de esos preciosos momentos para siempre.

Biografía del Mes – 2020 septiembre

Derek

Típicamente a nuestra gestantes subrogadas les hacemos un millón de preguntas y Derek nos dió una gran lección con sus respuestas. Cuando le preguntamos cuál era el mejor momento de su vida, ¡dijo que ahora! Resulta raro encontrar a alguien que reconoce su presente como lo mejor en lugar de imaginar grandes acontecimientos futuros o pasados Tiene una licenciatura en contabilidad, pero dedica su tiempo a su esposo y sus tres hijas; de edades 3, 6 y 11 años.

Ella dice que mayor meta es ver crecer a sus hijos sanos y felices con éxito, mientras mantiene un matrimonio sólido y feliz. Además de la satisfacción de criar personas fabulosas, su objetivo es dejar su huella en el mundo haciendo algo increíble. Para ella, y para nosotros, ¡hacer el regalo de ayudar a ampliar una familia cumple perfectamente con ese objetivo! Nos sentimos muy honrados de compartir este proceso con ella y con los futuros padres. Cada proceso de subrogación es hermoso, pero los que lleva a cabo Building Families son nuestros favoritos.

Tiffany

¡Con Tiffany, lo que ves es lo que hay! Desde la primera vez que la vimos, se mostró cálida y acogedora. No sorprende que su filosofía de vida sea tratar a los demás como quieres que te traten a ti.Orgullosa madre de tres hijos, Caleb (14), Ysabella (7) y Giada (2), pasa cada día trabajando para dar a su familia un hogar lleno de amor mientras crea recuerdos imborrables en él. Le encanta organizar eventos y fiestas, pero su licenciatura es en idiomas. 

Algún día, cuando todos sus hijos ya vayan al colegio, ¡le encantaría sacarse el título de profesora para enseñar español en el instituto y enriquecer las vidas de los adolescentes! Su amor por su familia y su deseo de hacer del mundo un lugar mejor, la han llevado a convertirse en gestante subrogada. Dice que tener la oportunidad de ayudar a alguien a construir una familia que de otra manera no podría es una gran bendición para ella. ¡NOSOTROS somos los bendecidos de compartir este hermoso objetivo contigo, Tiffany!

Testimonio de Aleza como Madre Subrogada

En estos tiempos en que el distanciamiento social es una necesidad, especialmente en situaciones médicas, Aleza y su marido hicieron algo que Shannon y Randi no olvidarán jamás.  El 26 de agosto de 2020, a las 11:00, hicieron una videollamada a tres para retransmitir el parto y que ni la pareja subrogante ni BFI se lo perdieran a pesar de no poder estar presentes por la situación sanitaria. ¡Fue una idea absolutamente brillante!

El pequeño hizo su gran entrada al mundo pesando ¡casi tres kilos! Días después, cuando finalmente pudieron recoger a su bebé, Aleza dijo que todas las punzadas, dolores e incomodidades y cualquier otra cosa negativa quedó inmediatamente borrada de su cabeza al ver a la mamá subrogante tener en brazos a su bebé recién nacido. Y esa imagen es la que quedará para siempre impresa en su mente cuando piense en su embarazo y en su viaje personal por el camino de la gestación subrogada.